martes, 7 de julio de 2015
La voz del silencio
Por Ayra Alseret
Hay alguien en mi vida que me intriga. Necesito hablar de ella. Está sentada de espaldas a mí mientras mira por la ventana hacia el jardín. Fuera está lloviendo y el aire es denso por el calor de esta noche de verano. Aunque no puedo verla sé que sabe que me muerdo las uñas y que mi mirada se pierde mucho más lejos de lo que mis ojos abarcan. Si alzo la voz para llamarla, se volverá y me mirará, asentirá a mis palabras, pese a que no tengan para ella mucho sentido. Porque a veces, vivo en un mundo privado, que yo misma cree, donde mi voz y la tuya no tienen sentido ni razón de ser, pero la de ella, siempre es clara y constante.
La voz se me quiebra a veces, cuando le hablo, y pienso que no me ha escuchado. Tal vez, no ha querido oírme...
Si pudiese... si pudiese, cogería sus manos y la miraría a la cara, a sus ojos almendrados, le sonreiría y la sacaría al jardín a mojarnos bajo la lluvia, abrazadas; y lloraría la pena que obstinadamente llevo dentro y que no quiero sacar, porque sus manos son las más cálidas y más reconfortantes. Yo sé que sólo ella, que se sienta a mi lado y pasa su mano por mi frente, es capaz de desterrar esas tristezas que por alguna razón llevo dentro.
La única razón que me impide acercarme a ella es la muralla invisible que la rodea, cuando necesariamente me niega su presencia, como un reto en el camino. Puedo observar su larga melena cayendo por su espalda en rizos de fuego y miel. Puedo mirarla pasear sus manos por el aire, como yo las paseo por el cristal de las ventanas, dibujando vagas formas sin sentido. Puedo escuchar sus suspiros y su voz murmurando palabras incomprensibles. Pero no puedo acercarme a ella completamente. Ella tiene a su alrededor una muralla, una atalaya enorme, de ladrillos que esconden silencios y secretos susurrados a media voz. A veces ella me mira desde una rendija y me muestra un trocito del jardín que la rodea, ora en flor, ora seco.
Sabe de sobra que nosotros, los que vivimos fuera de su atalaya, podemos oír su canto desesperado y sus palabras contenidas. Sé que lo sabe. Pero me mira y me sonríe, encantadora, serena. Algunas veces, me engaña, y parece mostrar un poco de sí misma cuando, en realidad, se oculta entre tinieblas. Me gustaría romper ese muro y que toda ella se vierta al exterior, que la luz dañe los ojos, que su voz escape llenando el silencio atronador que me consume. Si ella quisiera... Me gustaría explicarle que yo tengo miedos; que me aterra el sonido del viento, que se me antojaba horrible en las rendijas abiertas de las ventanas y puertas; gemido lastimero de almas en pena arrastradas en el aire; que necesito que se quede conmigo otra noches más. Pero ella se me escapa sin antes haber venido a mí. Es difícil de explicar.
Oigo su voz de mismo modo que si tú lo intentas la oirás con claridad: es la voz del silencio gritando. Insoportable quejido. Esa voz se escapa por cada poro, en cada suspiro, en cada mirada. En silencio grita y me consume, y puedo escuchar su atronador sonido... Es un enigma completo, no puedo saber que piensa ni que siente con seguridad. No habla nunca de sí misma, y cuando lo hace habla tan bajito y tan rápido que parece estar contando una historia ajena, que se pierde en los ecos del tiempo... A veces, sin saber porqué, los ojos se me llenan de lágrimas claras, mientras me habla, y lloro sacudiendo despacio la cabeza y negando constantemente.
Ella se sienta a mi lado, y me mira con sus ojos ardientes, sabe de mi más de lo que yo nunca podría saber de ella. Me observa consciente de mis secretos, mis sentimientos y mis debilidades. A veces la oigo decir, «háblame de ti» , pero yo no puedo explicarle que escribo versos vacíos, que se suicidan en el papel discontinuo de mi voz quebrada; ni que me gustan las tormentas, el olor a tierra mojada, las tardes de otoño cuando todo parece cubierto de bronce viejo. Pero no puedo explicarle todos los secretos susurrados al inconsciente, y muchas veces, me quedo sin voz cuando me mira.
Mientras, fuera ha dejado de llover. Ha llegado el momento de separarnos de nuevo. Me dispongo a despedirme de Hécate, levanto mi Círculo y recojo el altar, esperando poder descifrar lo que la voz del silencio me grita.
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te conozco tanto que sé perfectamente lo que estas contando entre lineas, pelirroja, tira de una puta vez el muro y cuentanos
ResponderEliminarMe encantó. ¡Gracias!
ResponderEliminarCreo que te estas respondiendo a ti misma un montón de cosas....
ResponderEliminarPrecioso!
Fdo.:Cora_LIP