Fuera
estaba a punto de llover. Tras los cristales escuche a lo lejos un
trueno, abrí la ventana y olí la tierra…sí llovería…reconocería
ese olor en cualquier parte.
Mire
hacia afuera, la Primavera estaba a punto de hacer su aparición y
entonces el jardín se llenaría de flores llenas de vida y color.
Volví
al escritorio intentaba escribir sobre aquella situación para poner
en orden la cabeza y los sentimientos, los días habían sido
caóticos, las horas una espera amarga y los minutos un abismo
desesperante.
Tras
aquella página en blanco, el cursor intermitente me miraba
instándome a empezar, pero en mi mente se reflejaban millones de
imágenes y palabras a la vez y era incapaz de ponerles ni orden, ni
sentido.
Fui
hacia el altar, aquel lugar siempre me hacía sentir tranquila.
Encendí una vela pidiéndole a la Diosa una ayuda para despejar la
mente, una voz que me susurrara el camino y una luz que me lo
mostrará.
Minutos
después volví a sentarme ante aquel ordenador y esa dichosa página
en blanco. Puse los dedos sobre el teclado, me tome mi tiempo...
-¡Vamos!
Necesito ser capaz de hacer esto, mi cabeza no puede más.
No
hubo respuesta, mis dedos se negaron a moverse y mi cabeza seguía
siendo una marea de pensamientos. Las lágrimas asomaron a mis ojos.
-¡Justo
lo que no quería que pasará! ¡Otra vez no!-busque un pañuelo
cerca, pero durante esos días los había gastado todos. Así que
lloré, lloré hasta que mi cuerpo no pudo más y fui durmiéndome
presa del cansancio.
El
bosque era simplemente inimaginable. Los árboles y las plantas
crecían sin ningún orden y en tal desorden, la “magia” que
creaban, era preciosa.
Los
colores vibraban, descubrí campanillas, amapolas, rosas, gerberas,
era como ver una paleta de un pintor en plena ebullición. Los olores
de la salvia, la hierbabuena y las demás plantas aromáticas creaban
un ambiente armonioso.
Las
hadas iban y venían en un constante ajetreo y las ninfas se bañaban
y jugaban con el agua de un pequeño río que estaba a la derecha de
donde me encontraba.
-Perséfone,
ven con nosotras-gritaron.
De
repente justo detrás de donde me encontraba una pequeña doncella de
brillantes cabellos castaños corrió hacia ellas, pasando a mi lado
rozándome casi con los dedos.
Se
quedo quieta, miró hacia atrás, alzo la vista justo hacia mí y
allí estaban mirándome dos oscuros ojos verdes con una intensidad
tal que mi alma se estremeció, como si hubiera podido ver a través
de mí. Sin embargo, se giró como si no hubiera nada que mirar, como
si yo no estuviera allí…
Juraría
que la vi sonreír antes de darse la vuelta, pero no dijo nada y fue
corriendo en dirección a las ninfas que la llamaban.
Sabía
quién era ella, la reconocí en cuanto dijeron su nombre. En mi
altar siempre estaba presente de alguna manera. La Reina de los
Muertos, la reina del Inframundo, la hija de Deméter.
Me
dirigí hacia donde estaban jugando y recogiendo flores, pasando
completamente inadvertida, no me veían, pero ella…
-Hubiera
jurado que si me vio.
Perséfone
se alejó del grupo, camine tras ella, confusa, sin saber dónde se
dirigía. Bordeamos el río, hasta que éste terminó en una cascada
que caía con fuerza a un inmenso lago. La vi caer desde lo alto de
la cascada, sin tan siquiera rozar las piedras, entrando al lago con
majestuosidad.
Me
deje caer, la altura era considerable pero no tenía miedo. Estaba
allí por alguna razón y quería descubrir cuál.
Justo
tras la cascada, en la base del lago había una cueva, Perséfone
aparto una cortina de agua dándome el tiempo justo para pasar tras
ella.
Allí
la energía que se desprendía era intensa y la paz, la tranquilidad
y el silencio cubrían todos sus huecos. En el centro de la cueva,
había una abertura que dejaba penetrar los rayos del sol cada vez
menos potentes cediéndole el paso a la luz de la luna.
Entonces
cuando me estaba preguntando que hacíamos allí apareció un hombre
a través de una grieta de la cueva. Era fuerte, no sabría a ciencia
cierta qué edad tendría, tenía una belleza peculiar, facciones
marcadas, hombros, brazos y piernas definidas e irradiaba un poder
que más que violencia, generaba un temor respetuoso.
-Hades
¿qué haces aquí?
Sin
mayores explicaciones, Hades rodeo con un brazo a Perséfone y
desapareció.
Y yo
con ella…
-Claro,
el rapto de Perséfone, reconozco la historia. Me la sé de memoria.
Perséfone, fue raptada por Hades y Deméter, su madre busco por
todos lados sin encontrarla. Descuido a la Tierra, las flores se
marchitaron, las hojas de los árboles dejaron de cubrirlos y el
paisaje quedo pintado de tonos dorados y marrones.
Zeus
tuvo que intervenir, pero Hades engaño a Perséfone y comió las
semillas de una granada en el trayecto y fue entonces cuando se
pactó, que Perséfone subiera a la Tierra durante una parte del año
y bajará con Hades al Reino de los Muertos los restantes. Nacieron
así la Primavera y el Verano, cuando Deméter se ocupaba de la
Tierra y estaba feliz junto a su hija y el Otoño y el Invierno,
cuando Perséfone volvía junto a Hades.
El
sitio donde estaba era oscuro, frío pero desprendía el mismo poder
que el Dios me había hecho sentir en la cueva. Por lo que deducía
estaban en su Reino, el Más Allá.
-¿Él
estaría aquí?- Muy apropiado, para la situación en la que estaba.
Busque
en la estancia donde me encontraba, era un salón grandioso, con
columnas de mármol, ennegrecido por el tiempo. A un lado, junto a
dos perros enormes, estaban Perséfone y Hades.
No
parecía que ella estuviera en malas condiciones, ni afectada por su
rapto o su captor. ¿Qué pasaba allí?
Las
palabras que me llegaban eran seguras y vibrantes pero no estaba
segura del sentido. El Dios deslizo algo en las manos de ella, que
escondió entre los pliegues de su vestido.
Hades
salió entonces de la habitación y me quede a solas con Perséfone.
La Diosa me sonrió y por primera vez me habló:
-¿Te
preguntas si está aquí verdad?
Sorprendida
por las palabras después del silencio del principio y porque
conociera mis pensamientos, el único sonido que salió de mis labios
fue una especie de gruñido seco.
Ella
rio y volvió a hablar:
-Sí
está aquí. El Aqueronte1
lo trajo hace unos días. Debes dejarlo marchar, sea cual haya sido
la situación.
-Pero,
me quedaron tantas cosas por decirle, tantas cosas por aclarar,
tantas cosas por saber…
-A
veces, las cosas están más claras de lo que podamos llegar a
pensar. Solamente debemos mirar las situaciones con otros ojos. No
siempre todo es lo que parece.
Tras
esas palabras mi mente estaba aún más confusa. Su muerte había
sido una verdadera infamia, un acto cruel a manos de una mente
confusa y trastornada, la mano ejecutora de una mente fría y
calculadora que jamás saldría salpicada por lo que había
provocado.
Que
era lo que no estaba claro. Me había quedado sin poder hablar con
él, con el corazón, nunca tuve esa oportunidad y no la tendría. Se
había ido confuso y yo me había quedado con la sensación de tener
algo que decir.
Intente
despejar la mente, pensar en otra cosa…
-¿Sabes
que tu madre te está buscando Perséfone? –me asombre de la
familiaridad con la que me atrevía a hablar a la Diosa.
-Sí
lo sé. Y sé lo apenada que está porque piensa que me ha perdido.
-¿Piensa?
No. Te ha perdido.
-Como
te he dicho, no todo es siempre lo que parece.
La
miré confusa.
-Ya lo
entenderás.
Los
acontecimientos se sucedieron uno tras otro, Zeus ordeno que
Perséfone regresará junto a su madre. En la cara de la Diosa, vi
reflejado dolor por un breve instante.
Viaje
con ella, en la barca que debía devolverla, y entonces la vi sacar
una granada entre sus manos.
-¡No!-la
grite, pero entonces la vi sonreír y…lo comprendí.
La
Diosa comió seis semillas de granada, antes de salir del Hades.
Mire
hacia la otra orilla, Hades estaba allí, mirando desde el punto más
alto, su cara reflejaba una mezcla entre preocupación y
satisfacción.
Perséfone
ya no podría abandonar el Hades, Zeus entonces debería hacer el
pacto. Durante seis meses la Diosa permanecería al lado de su madre
pero durante los otros seis sería la esposa de Hades, la Reina de
los Muertos.
Todo
cobraba sentido, la complicidad, las sonrisas, las palabras, las
semillas…La historia estaba mal contada. Nadie engaño a la Diosa,
ella misma comió las semillas consciente de lo que pasaría…amaba
a Hades y a su madre.
Recordé
sus palabras. No todo es siempre lo que parece. Me giré para poder
hablar.
-No
hace falta que digas nada. Te dije que lo comprenderías.
-Sí,
pero que tiene que ver esto conmigo.
-Las
historias a veces no se cuentan de la forma en la que en realidad
sucede. Y eso es así, porque en ocasiones no se sabe a ciencia
cierta qué es lo que las partes opinan realmente en su interior.
-¿Dónde
está él?
-Fue
juzgado por Minos, Radamantis y Éaco2,
ante Hécate. Su alma irá a los Campos Elíseos3
o a la Tierra Estival como vosotras lo llamáis. Ahora debes
marcharte y recordar lo que has aprendido para poder avanzar. Déjalo
marchar, su alma está ahora donde debe estar. Él ya comprendió,
vio y entendió absolutamente todo lo que paso por esta vida. Su alma
está ahora descansando, esperando a que llegue de nuevo su próxima
vida.
Así
acabo todo. Un segundo después mientras las palabras de la Diosa
resonaban aún en mis oídos, una caída desde la silla donde estaba
me despertó.
-¿Un
sueño?, ¿en serio?-había sido todo tan vívido.
Debía
poner en orden todo lo que la Diosa me había dicho. Había sido un
descubrimiento para mí el saber que Perséfone realmente quería
quedarse en el Más Allá con Hades, porque lo amaba. El mito desde
luego, no hacía referencia a ello.
Me
acerque a la ventana, ahora llovía con toda intensidad pero las
nubes dejaban un cachito de cielo libre. Justo como en aquella cueva
detrás de la cascada. Me pase mi manta verde por los hombros.
Adoraba el tacto suave y cálido de aquel trozo de tela; me
reconfortaba la idea de pensar que la Diosa había contestado a mi
llanto desesperado.
Miré
a través de ese cachito de cielo. Las estrellas estaban brillando
con intensidad. Su luz se reflejaba en la lluvia creando un efecto
muy bonito.
Y la
vi… la Luna apareció en uno de esos cachitos de cielo y mi mente
se acordó de nuevo de él. Adoraba la luna, siempre hablaba de
ella.
Vi su
imagen reflejada en su luz. Vi sus facciones morenas, aquellos ojos
castaños que brillaban y te miraban con esa paz que siempre flotaba
a su alrededor, vi su sonrisa.
Y
entonces lo supe, él lo sabía…
Su
cuerpo era una vasija, él ya no estaba aquí, su alma estaba
esperando. Tal vez algún día, nuestras almas podrían volver a
encontrarse, como amigos, como hermanos, como amantes…daba igual.
En esta vida su momento había acabado, aunque hubiera sido de la
forma más cruel que existe. No debía guardar rencor por los
causantes de su partida, su alma ya no guardaba ningún sentimiento
que no fuera aprendizaje.
Y
comprendió lo que la Diosa había intentado enseñarla. Que las
cosas no son siempre como parecen. Que a pesar de lo claro que
pudiera presentarse la situación, tan sólo en el interior de las
personas se encontraba la verdad sobre sus pensamientos y
sentimientos.
Ya
sabía todo que necesitaba, nadie podría quitarle eso, nadie podría
arrebatárselo, porque al igual que el mito de la diosa, quedaría
oculto tras una cortina de agua de una cascada, en el interior de una
cueva, donde se encontraban todos nuestros sentimientos y
pensamientos no pronunciados, al lado de unas semillas de granada que
la historia olvido mencionar fueron tomadas por amor.
1
Era el río que Caronte utilizaba para transportar las almas de los
muertos hacia el Hades.
2
Eran los tres jueces del Inframundo.
3
Parte del Hades donde eran llevadas las almas de los virtuosos y
valerosos. Las otras partes eran los Campos de Asfódelos y el
Tártaro.
me encanta el ritmo que tiene
ResponderEliminarGraciassss!!!
EliminarMuchísimas gracias, ¡me encantó! Sus almas volverán a encontrarse, eso es seguro. Mientras tanto Él explora feliz los Campos Elíseos -- un lugar en donde la experiencia del transcurrir del tiempo puede ser tan diferente, que quizá toda una vida se sientan apenas como seis meses.
ResponderEliminar"Y aquellos que mantengan tres veces su juramento,
Manteniendo sus almas limpias y puras,
Jamás dejarán que sus corazones
sean manchados por el mal y la injusticia y, la venalidad brutal.
Ellos serán dirigidos por Zeus hasta el final:
Al palacio de Cronos".
¡Bendiciones de Luz!
Gracias por tu comentario!es precioso!bendiciones....
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